lunes, 11 de septiembre de 2017

DE CAMINOS, VEGAS, OBRAS Y OTROS ACONTECERES DEL SIGLO XIX EN GETXO -II-



En la anterior entrada veíamos el inicio de los cambios que se iban a producir en nuestro pueblo, las normativas que a ello conducían y cómo la Ley de Desamortización afectaba a nuestros propiedades comunales.

En marzo de 1845, siendo Alcalde D. Francisco Antonio de Zalduondo, algunos vecinos, seguramente necesitados, recurrieron a sembrar en los arenales comunes de Romo. El Consistorio tomó cartas en el asunto nombrando a D. Juan Antonio Cortina para que esos parajes volvieran a ser utilizados siempre de acuerdo con la autorización municipal y para que su cesión repercutiera en las arcas comunes. No eran estos solamente los terrenos de la comunidad que inquietaban al consistorio, ya que los argomales de la zona de Baserri eran sometidos a litigio por apropiación no debida de algún personaje de la época.

La importancia de esos parajes para las arcas municipales y sus habitantes era debida, entre otras razones, a la necesidad de abonos para los terrenos de los arenales y a que el efecto de las guerras que se sucedieron durante el Siglo XIX, junto al expolio que supuso la desamortización de Mendizabal por la que estos terrenos pasaban a propiedad de ricos hacendados, provocaron que el municipio y los vecinos vieran sus empobrecer sus escasos recursos.

Las protestas del consistorio de poco sirvieron, ya que años más tarde, en 1894, los terrenos hasta esa fecha de propiedad común, fueron vendidos a acaudalados hacendados. La zona de Baserri fuere adquirida por Víctor Chavarri, la correspondiente al área de Aiboa-Alango lo era por Ignacio Ituarte, y la de la Galea hasta Sopelana por José María Martínez Rivas.

Mientras, los estragos ocasionados por la última guerra, hicieron que en enero de 1847, el consistorio procediera a la recuperación del camino de Mandavide en el alto de Las Arenas, así como el puente del Gobela, que se hallaba en ruinas, que daba paso hacía los arenales, y cuyo concurso era necesario para el servicio público por lo que encargaron un proyecto al maestro de obras José Antonio de Olascoaga. Aquel proyecto debía ser aprobado por: “...el Jefe Político de esta Provincia...” En junio de ese año el consistorio decidía intervenir para reparar los caminos, deteriorados como consecuencia de decisiones militares en la última guerra. Uno de los motivos para tomar aquella decisión era, a decir del consistorio: “...la necesidad de la inmediata reparación para el debido ornato público, por las muchas gentes que anualmente vienen a los baños de mar...” La remodelación alcanzó al “Camino Real Calzada” que iba desde la llamada “Iglesia Matriz”, que no era otra que la de “Andra Mari” (Getxo), hasta el punto conocido como: “...la Avanzada o Alto de los Arenales...” que se hallaba ya trazado por el maestro de obras Juan Antonio de Menchaca.


Sobre este puente y otras obras, consecuencia de la última guerra, ya hablaba en agosto de 1842 el consistorio regido por D. Juan Antonio de Sarria, que acordó: “...que a fin de que esta Comunidad no carezca de los beneficios concedidos por el Decreto de Cortes de abril de este año, donde se establecen ciertas reglas de indemnización para de daños causados durante la última guerra, se acuda a la Diputación Provincial de este Señorío con la solicitud y la manifestación de los perjuicios que sufrió esta Comunidad...” Entre los elementos que requerían ayuda se encontraban el Puente anteriormente citado, la taberna que en dichos arenales tenía Getxo, así como la casa del barquero, que atendía el paso a la Villa de Portugalete y que producía unos beneficios anuales a nuestro municipio de 1.200 reales.

Entre los años 1851-1852, el inventario de bienes del Municipio de Getxo arrojaba los siguientes datos:

En lo relativo a propiedades rusticas:

Disponía de sesenta peonadas de terreno en las Vegas que le rentaban un capital de 9.000 reales y le dejaban una renta anual de 189 reales.

Un terreno en San Martín que le aportaba un capital 800 reales y una renta anual de 15 reales.

Diversos prados y juncales en Lamiako que le aportaba un capital 27.000 reales y una renta anual de 540 reales.

Otros en la playa de Lamiako le aportaban un capital 34.267.

Y las canteras de Alango le aportaban un capital 16.000.

En lo relativo a claustros y capellanías:

El Convento de Santa Mónica de Bilbao le aportaba un capital 11.000 reales y una renta anual de 247 reales.

El Convento de la Esperanza le aportaba un capital 8.400 reales y una renta anual de 189 reales.

El Convento de Santa Clara de Portugalete le aportaba un capital 49.270 reales y una renta anual de 1.231 reales.

La Capellanía de Lekumberri le aportaba un capital 15.675 reales y una renta anual de 391 reales.

En otros valores disponía de:

La testamentaria de Dña. Antonia de Mugica le aportaba un capital 5.000 reales y una renta anual de 2.000 reales.

La testamentaria de D. Juan Bautista Zabala le aportaba un capital 2.000 reales y una renta anual de 800 reales.

Los títulos de propiedad de aquel inventario se extraviaron con ocasión de la última guerra. Las discusiones entre el Estado y el Consistorio getxotarra, sobre la titularidad de las vegas, siempre estuvieron presentes. En octubre de 1851 el Alcalde D. Juan Antonio de Menchaca, en una entrevista mantenida con el Juntero de Caminos e Impuestos D. Felix de Uhagon, para decidir el amojonamiento de los arenales de Lamiako, al manifestar el Juntero: “...que todo lo que baña el agua del mar correspondía al Gobierno...” El Alcalde se opuso y afirmó que: “...dichos arenales se consideraban desde tiempos inmemoriales como propios de la Anteiglesia...”

En 1852 se iba a realizar el proyecto de camino real de Bilbao a Plencia por Deusto, Erandio, Lujua, Laukiniz y Urduliz, el Ayuntamiento de Getxo protesto el trazado, ya que le parecía más razonable que el mismo transcurriera por Deusto, Lutxana, Erandio, Leioa, Getxo, Berango, Sopelana y Barrika. Finalmente ese fue el trazado.

Un año más tarde, en 1853, se añadía el tinglado adosado a la iglesia de San Nikolas, en lo que hoy es el edificio de la Biblioteca, años más tarde en 1866 el suelo tuvo que ser reparado debido a su mal estado.


Dentro de las obras que se estaban realizando en la llamada “Playa de Lamiaco”, playa que al parecer era conocida popularmente como “La del Caudal”, y las marismas situadas entre el monte de Axpe y la playa de Algorta, en 1853 D. Antonio de Salcedo y Landecho solicitaba al Ministerio de Fomento la concesión de dichas marismas. Estas quedaban cubiertas por las pleamares por las aguas que se introducían por el puente llamado de los “Ocho Ojos” (En 1788 el Consulado de Bilbao realizó uno de los puentes que comunicaban Axpe con los llamados Arenales de Lamiako, estaba en el paso de Axpe, al lado del molino de Udondo, que pertenecía al mayorazgo de Barraicúa. Se le denominó “Puente de los ocho ojos”). Las intenciones del Sr. Landecho eran las de utilizar dichas marismas para cultivo, para ello se proponía cerrar el puente anteriormente citado, y canalizar los ríos Udondo y Gobela, encauzándolos y dándolos salida al puente. Por lo que el Ayuntamiento de Getxo no veía con buenos ojos aquella operación, que invadía terrenos de propiedad comunal del municipio.

En junio de ese año se tomaba la decisión de realizar las obras de desmonte de la Avanzada: “...Cuya vista arredra a los muchos transeúntes que por lo expuesto de aquel paso...” Se referían al paso de “Punta Begoña” hacía la playa de Ereaga. Ese mismo año por orden de la Diputación, y con encargo de realizar las obras al Ayuntamiento de Getxo, se derribaba el morro del castillete que daba a la ribera, se trataba del “Castillete de Arrigunaga”, que ya presentaba un aspecto ruinoso y suponía un peligro para los vecinos.


En las próximas entradas iremos viendo como todos aquellos acontecimientos influyeron en el devenir de Getxo.

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