miércoles, 20 de abril de 2016

LAS DISCUSIONES DEL FERROCARRIL -II-



En esta entrada seguimos con las protestas que generaron los cambios en el proyecto inicial del ferrocarril de Las Arenas a Plentzia.

El 26 de marzo un grupo de vecinos, en nombre de sus familiares, firmaban un escrito de protesta. Lo rubricaban a nombre de Francisca Menchaca y Petra Echevarría, Sebastián Sainz y Bonifacio Cortina, Martín Berasaluze, Antonio María de Ugarte, Manuela Arteta de Basagoiti, Juan de Barrueta, Apolinar de Alzaga, Simón Zubiaga y Juana Ajuria. A oídos de aquellos vecinos habían llegado rumores de que D. José María de Aramberria había solicitado a través de sus representantes legales para establecer parte de aquella vía del ferrocarril de Las Arenas a Plencia en una calle entre los puntos conocidos como “Txomintxu y la Carnicería” en el barrio de Algorta. Estos vecinos propietarios de los terrenos afectados, alegaban que la construcción en aquel punto de dicha vía, perjudicaría tanto al balneario como la expansión que la zona iba a experimentar; y se acogían a lo establecido en la ley de ferrocarriles de noviembre de 1887, que en su artículo primero decía que: “...las servidumbres para dicho ferrocarril debían de tener 20 metros a ambos lados...”, y que el artículo nº 11 de septiembre del mismo año la ley decía que: “...nadie podrá autorizar la construcción de edificios dentro de esa zona....” En la carta hablaban de los motivos por los que nadie se iba a atrever a edificar por: “...La incomodidad proveniente del humo y los silbidos del ferrocarril..., y que al parecer los vecinos de la calle Ripa de Bilbao habían elevado una solicitud para que se prohibiera el paso del mismo por dicha calle...” Hablaban de los peligros para los niños, de la estética y quizá lo más importante, para aquellos propietarios de terrenos: “...el demérito natural en ciertos terrenos...” Por todo ello solicitaban al Ayuntamiento que se negara la autorización para aquel trazado ferroviario del ferrocarril de Las Arenas a Plentzia.


No fueron los únicos que presentaron su solicitud de negativa para aquel trazado. El 10 de abril, era otro propietario quien solicitaba: “...no se permita cambiar el trazado establecido en el proyecto original...” Se traba del apoderado de D. Miguel de Urresti, vecino de Getxo, quien una extensa carta describía los motivos de dicha solicitud: “...Las modificaciones introducidas en el primitivo trazado, afectan desde el cruce de la carretera provincial con el tranvía en la calle mayor hasta la salida del túnel, atravesando por medio de una parte importante del medio de la población, en una longitud de 220 metros...” Alegaba que además afectaba a la seguridad de los vecinos y a las calles de acceso a la playa de Ereaga: “...siendo esta un elemento importante de vida para la Anteiglesia, por la población flotante que a los baños acude en la estación veraniega...” Y llegaba al asunto que verdaderamente le preocupaba: “...los prejuicios y daños que el citado trazado produce causa, no ya a los solares de mi representado, si no a una finca valiosísima que recientemente ha construido...” Quedando el acceso a la vivienda de su representado enterrada y obligando, en caso de que se hiciera aquel trazado, a construir una escalera de varios peldaños para acceder a la misma. Mencionaba en el escrito al igual que los anteriores propietarios, los artículos de ley anteriormente citados, y finalmente solicitaba también que se denegara el cambio de trazado. Otros propietarios también presentaron sus quejas, entre ellos D. Asensio de Uribe, Bonifacio de Sarria, Asensio Inchaurtieta, Domingo Camiruaga y un largo número de propietarios y vecinos.

El día 18 de abril de 1891 la rotativa bilbaina “El Nervión” recogía en sus páginas las notificaciones epistolares de un buen numero de algorteños “...Una porción de algorteños se han dedicado a la plácida tarea de escribir remitidos y enviárselos a los periódicos, acerca del trazado del ferrocarril a su paso por el barrio...” Al parecer algunos de ellos querían que la autoridad municipal interviniera en el asunto. Sin embargo, la rotativa negaba la capacidad de intervenir e incluso de opinar de los lugareños: “...En nuestro concepto, y creemos que de todo el mundo, el trazado del ferrocarril lleva en sí multitud de dificultades técnicas, que solo pueden resolver personas competentes y avezadas..., que el ferrocarril atraviese una montaña o un barranco..., no es cosa que puedan resolver el alcalde, médico o maestro de escuela de cada pueblo...” Y seguía: “...No está Algorta tan distante de nosotros, que no conozcamos la posición topográfica de aquella bonita estación de verano, y sin ser ingeniero, se comprende que la solución más racional alejaría de Algorta el ferrocarril, pero éste necesita de la vida que aquel pueblo le proporcionará indudablemente, y pasa por él, de la única manera que puede hacerlo..., de todos modos la cuestión está suficientemente discutida, y ya es hora de que el Ayuntamiento de Algorta acuerde la subvención que ha de conceder a esa línea...” Obviamente, no era al parecer única y exclusivamente un tema de playas, si no que también tenía que ver con el trazado elegido, decía días antes la rotativa: “...la empresa concesionaria pretende emplazar la estación en el centro del pueblo, lo cual no podría ser sin atravesar la calle esa tan cacareada por algún algorteño en la prensa bilbaína...” La dirección de esa rotativa negaba a los vecinos la capacidad de opinar e intervenir, negando a sus mandatarios dicha capacidad y concediendo al municipio solo la de conceder subvenciones al ferrocarril.


El 19 de abril de 1891 en consistorio de Getxo adoptaba una resolución sobre las reclamaciones de vecinos y propietarios. Y lo hacía previa convocatoria cursada a domicilio de los interesados. Presidía aquella sesión D. Eladio Sustacha, quien expresó que: “...El único objeto de esta sesión extraordinaria es resolver definitivamente sobre las protestas de vecinos y propietarios contra el nuevo trazado que la empresa del ferrocarril de Las Arenas a Plencia, proyecta en el cruce de la carretera y tranvía hasta la salida del túnel...” Se dio lectura a las propuestas vecinales, se discutió sobre las ventajas e inconvenientes del trazado en cuestión. Adoptándose por unanimidad el siguiente acuerdo: “...Teniendo en cuenta que las oposiciones de vecinos y propietarios son una de 11 propietarios protestando por el recorrido de Algorta; otra de 135 vecinos por el recorrido de la calle nueva; otra de D. José Asensio Uribe, vecino de Bilbao y propietario en esta, por el recorrido en la misma zona; otra con 5 firmas de propietarios a quienes afectan el trazado; otras de D. Pedro Bonifacio Sarria de D. José Ramón Uriarte y D. Miguel Urresti..., y teniendo en cuenta que el interés general del pueblo debe ser siempre el conjunto de los intereses particulares del mayor numero de vecinos y propietarios..., considerando el crecido numero de protestas..., contra el cambio de trazado... Considerando que el conducir un ferrocarril por el medio de una calle pública es por si solo un ataque a los intereses comunes..., Que el ferrocarril de Las Arenas a Plencia, ni por los servicios que pueda prestar a intereses de poblaciones e industrias..., ofrece ventajas que compensen los graves prejuicios que el nuevo trazado ha de causar a intereses públicos y particulares...” Seguía enumerando los problemas que causaría aquella obra, tanto en cuanto a la seguridad de los vecinos como al interés general de los baños de mar de la playa de Ereaga: “...Uno de los atractivos de este municipio en la época veraniega...” pero sobre todo que el trazado se podía llevara a efecto sin la modificación del proyecto original, se acordaba: “...Denegar la autorización para llevara a cabo dicha modificación...” Ponía el asunto en manos del letrado del consistorio y enviaban las resoluciones al Ministro de Fomento.

En la próxima entrada veremos la intermediación de un equipo de arquitectos para conciliar los intereses de la empresa ferroviaria y los públicos.


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