lunes, 13 de octubre de 2014

RITA LA BAÑERA


Los baños de mar en Areeta-Las Arenas, lúdica costumbre que viene desde el ya lejano Siglo XIX, de la mano de D. Maximo Aguirre Ugarte (1869) y de Dña. Felipa Teresa Bustingorri Abasolo (1888). Ambos locales de baños fueron frecuentados por lo más selecto de la burguesía bilbaina. De las campañas de promoción turística de aquellas las instalaciones de Areeta-Las Arenas en 1872, da fe el ofrecimiento que realizaron Ezequiel y Eduardo Aguirre al monarca Amadeo de Saboya, a quien en Agosto de aquel año, ofrecieron una parcela junto a sus posesiones para sus estancias veraniegas, urbanización que nacería con el nombre de “Villa Victoria”. En aquella invitación, refiriéndose a las bondades del lugar, decían: “...pretendemos que esta zona esté a la altura y comodidades de otros lugares de la costa francesa, para evitar que las familias acomodadas, se vayan a veranear a Arcachon, Biarritz o San Juan de Luz...”.

 
El Establecimiento de Baños, motor recreativo de las élites económicas, desapareció junto a la gran Playa de Las Arenas. Llegaba desde Churruca a la Bola (ver fotografía inferior). En 1898 desaparecería, pero su espíritu y sus maneras pasarían a formar parte del sustituto de aquel establecimiento de baños, el “Club Maritimo del Abra” que nacería en 1903. 

  
En la fotografía inferior podemos ver la propaganda insertada en 1883 en el diario catalán “La Vanguardia”, firmada por el administrador de “Baños de Mar Bilbainos” D. Andrés Larrazábal. La “Playa de Las Arenas”, a pesar de lo tranquilo de sus aguas, tuvo algunos percances, en los que tuvieron que intervenir los “Bañeros”. El 12 de Agosto de aquel año, tres temerarios jóvenes se adentraron en el mar, alejándose a gran distancia de la orilla. Al oír los gritos de auxilio, acudieron algunos bañeros en una lancha, pero no lograron rescatar más que a dos de los bañistas, el tercero, un joven bilbaino, pereció ahogado. Una hora más tarde el cuerpo del infortunado fue devuelto a la orilla por la marea. 

Llevaron el cuerpo al “Balneario de Felipa Bustingorri”, y tres galenos realizaron maniobras para tratar de volverlo a la vida, incluso le metieron en un baño caliente para reanimarlo, pero ya era tarde. El joven en cuestión, de apellido Navarro y domiciliado en la calle Belostikalle de Bilbao, perdía su vida en nuestra playa. Aquella noticia aparecía en el diario liberal conservador de Madrid “La Monarquia” el miércoles 15 de Agosto de 1888. 

  
Pero al hablar de bañeros, por fuerza no podemos dejar de recordar las casetas de baño. Pero también a una de las mujeres que regentó aquellas instalaciones en la Playa de Las Arenas, a Rita de los Remedios Martinez Allende “Rita la Bañera”, nacida en en el Puerto Viejo de Algorta, en la bajada de Aretxondo, el día 27 de Octubre de 1883, hija de Evaristo Martinez Talledo y de Vicenta Allende Sarria. Mujer de gran carácter y muy trabajadora, que regentó aquellas instalaciones hasta su desaparición de la vida pública. 
 
Es una pena que al hablar de esta mujer no se pueda presentar una fotografía en la que se vea con claridad su semblante. No obstante, y a pesar de que no se llega a ver su rostro, la única foto de que dispone de ella su familia, es la que aparece al pie de este artículo. 
 
Al hacer la entrevista a su nieta, Laureana Revuelta, lo primero que ha chocado con mis recuerdos, ha sido su edad. Conocí a Rita entre 1952-53. En aquellos años acudía a la playa con mis aitas, que eran amigos de su familia. Solíamos colocarnos muy cerca de la plataforma desde la que Rita dirigía el negocio veraniego. Mi recuerdo de esta mujer (Rita) es de una persona agradable, vestida de riguroso negro, con su pelo blanco recogido en un cuidado moño, pero que no representaba su edad en absoluto. 

 
Evaristo Martinez Talledo, padre de Rita, fue el primero de la saga familiar en dedicarse a esos menesteres. Casada con José Varela, hombre de origen gallego, tuvo sus más y menos con su progenitor, quien llegó a desheredarla por casarse con un foráneo. Rita no fue mujer que viajara mucho, ni conociera lugares tan próximos geográficamente como Donosti, pero de joven y motivado quizá por aquel desencuentro con su padre, emigró con su esposo Jose Varela, carpintero de profesión, a Sudamérica. 
 
El matrimonio Varela-Martinez partió con sus dos hijos mayores para ganarse la vida. Retornaría años más tarde con otros cuatro vástagos. Mujer orgullosa de sus orígenes y de haber visto mundo, solía decir: “...Yo soy Vasca, no conozco San Sebastian pero tengo dos hijos, de Argentina y de Chile...”. A su vuelta se quedo junto a su padre, a quien cuidó hasta su fallecimiento, y heredó el negocio de casetas de baños. Su nieta Laureana aún conserva en casa aquel testamento. Rita y Jorge vivieron en la calle Joaquín Arellano Nº 7 (Las Arenas), tuvieron 6 hijos Bibi, Aurora, Laura, Evaristo, Vicenta y Rita.

 
 
Mujer muy activa, Rita tenía a su cargo casetas de baño, toldos, sillas, maromas, todo lo necesario para atender a los bañistas. Comenzaban a colocar aquellas instalaciones a mediados de junio y estaban hasta pasado el 20 de setiembre. Trabajaban con ella dos bañeros. Uno de ellos sobrino suyo de Algorta. Para cobrar los toldos repartía unos tickets de papel. Algunas familias tenían todos asignados de forma permanente, Laurena, su nieta recuerda: “...Luego era yo quien tenía que ir a cobrar a las casas de aquellos ricachones, y las doncellas me decían “!!Es que no está la señora!!”, “Venga mañana” .”Todo era dar largas para no pagar...” Eran familias que mandaban por delante a las añas y a las señoritas inglesas con los niños y exigían: “...!!Rita que no han puesto el toldo para los niños!!...”. Tenía una autentica guerra con las añas. De ellas solía decir “...!Estas Bermeanas...!...” Porque aquellas cuidadoras eran de Bermeo. Respecto al cuidado de las ropas, comenta su nieta: “...Alguna vez, algún amigo de lo ajeno robó algunas ropas dentro de los toldos...”. 

 
Los bañeros ayudaban a Rita a vigilar, poner y quitar los toldos, aunque por su fuerte carácter, a veces era ella quien se enfrentaba con más brío a aquella tarea. Sobre todo cuando veía alguna nube por el mar. Entonces mandaba a sus empleados al trabajo de desmontar los toldos. La experiencia de largos años a pie de playa hicieron de ella una autentica meteoróloga. A voz en grito, avisaba a sus empleados: “...Que viene agua, hay que quitar los toldos...” Sus ayudantes solían hacerse los remolones, y era ella quien primero emprendía el trabajo de quitar las sillas y toldos. Mientras que los bañeros sacaban el bote salvavidas del agua. 
 
Rita vivía con el tiempo. Como una autentica meteoróloga, para las siete de la mañana ya estaba en la playa. Las gentes de los chalets del muelle y Las Arenas, solían fijarse si había colocado los todos o no para saber el tiempo que iba a hacer. El que los pusiera o no era síntoma de buen o mal tiempo. El marqués de Barrio Lucio, que vivía en un chalet cerca de la Iglesia de Las Mercedes, solía decir “...hoy mal tiempo, Rita no ha puesto los toldos...”. 
 
Alquilaba bañadores a quien quería bañarse y no disponía del equipo necesario. Mujer muy emprendedora, incluso hacia con sus propias manos aquellos bañadores que luego alquilaba. Fue en la época en la que estaban de moda las faldas en los bañadores de las mujeres. Durante los inviernos cosía a mano aquellas vestimentas veraniegas. Alguna de sus hijas y nietas solían ayudarla en la playa. Para guardar aquellos útiles (casetas, sillas, toldos), al principio solían utilizar los baños de la playa, más tarde compraron una lonja en la calle Artekalle (Areeta). 

Entre las casetas de baño, había una cedida por el Ayuntamiento para cuando venían los niños de “La Misericordia” de Bilbao, para disfrutar del sol y las tranquilas aguas de nuestra playa. En 1922 la casa de “Las Irlandesas” estaba próximo a la playa. Más tarde compraron el solar junto al transbordador de Areeta-Portugalete. Aquellas monjas acudían a la playa a las 8 de la mañana envueltas en sudarios largos y unos bañadores parecidos a los camisones de manga larga. Y vestidas como fantasmas se adentraban en el agua con sus cabezas cubiertas con gorros de baño. Laureana, su nieta, recuerda que acudía a la playa a ver aquel espectáculo con la excusa de llevar el desayuno a su amama. Otros famosos asiduos a aquella playa, en los años 50, eran los jugadores del Athletic (Canito, Panizo, Iriondo,...), también solían acudir los actores de teatro cuando venían a Bilbao. 

 
Ya en 1955, en una publicación local “El Boletín Parroquial” de Las Arenas, decía Rita: “...de 16 años a esta parte se ha notado el cambio...,...yo tengo trajes de baño para alquilar, pero como tienen falda, las chicas no los quieren...”. Ella notaba los cambios que se estaban produciendo en las costumbres, costumbres que poco a poco hacían que servicios como el que ella prestaba fueran decayendo. Decía : “...Ahora se desnudan fuera de las casetas porque llevan el traje de baño puesto...”. 

 
En 1957 en un viaje que realizó a Bilbao el ciudadano Juan Carlos de Borbón, tuvo un pequeño encuentro con Rita, y le saludó en el muelle de Portugalete. La prensa local confundía el lugar, a pesar de lo claro de la fotografía, identificando el lugar como Las Arenas (ver fotografía superior). La actividad de las casetas de baño desapareció de la playa de Areeta-Las Arenas hacia finales de los 60.


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