viernes, 23 de mayo de 2014

LOS HELADOS DE ROMO


La historia de los helados, aunque no se pueda precisar, viene desde la lejana China. Allí mezclaban la nieve de las montañas con miel y frutas. Producto que en sus principios podía considerarse más una bebida refrescante, ya que no era si no una mezcla de jugos de frutas con nieve y hielo. En la antigua Grecia (Siglo V a C.), ya se consumía hielo mezclado con zumos de frutas y miel, que recibian el nombra de “Granita”. En Turquía recibían el nombre de “Chorbet”, mientras que los Árabes lo denominaban “Sharbet”, entraría en Europa a través de Italia, donde recibiría el nombre de “Sorbete”. Durante mucho tiempo fue, al igual que muchas otras cosas, un placer destinado a unos pocos (reyes y miembros de las cortes europeas). 
 
Pero en su actual composición se elaboraría por vez primera en 1500 en la Florencia de los Medici, por encargo de “Cosimo Primero de Medici”, al químico Bernardo Buontalenti. A partir de la segunda mitad del Siglo XVI se extendería por Europa. Pero no sería hasta el Siglo XVIII que sus recetas se empezaron a incluir en los libros de cocina. 
 
En 1560 Blasius Villafranca, físico residente en Roma, descubrió que añadiendo salitre al baño de hielo y nieve, hacía más rápida la congelación de la mezcla. Aquella técnica daría paso a nuevos formas de los helados solidificados. El cucurucho como recipiente contenedor nacería a principios del Siglo XX, su patente fue realizada en América por el Italiano Italo Marchionni en el 1903, figurando en la patente el nombre de “Cono gelato”. 

 
Pero llegando a nuestro Pueblo, Getxo es un municipio rico en fabricación de helados, ya desde principios del Siglo XX sus habitantes han podido disfrutar de los delicados sabores que sus heladeros han elaborado. Todos los que ya peinamos algunas canas podemos recordar aquellos carros, que durante los veranos, cuando más apretaba la canícula, suavizaban aquel calor agotador. Los veíamos a lo largo de la calle Mayor y en lugares estratégicos de Areeta-Las Arenas. Aquellos viejos carros tenían, fundamentalmente dos formas, la de barco correspondía a “Aberasturi” y los de forma rectangular de helados “Sierra”. 
 
Romo también tuvo su sitio en la historia de los helados, en una de sus calles, mas bien callejones, de aquel barrio de principio de los 50, casi escondido, en la hoy calle Butrón, se encontraba la “Heladería de Sierra”. 
 
Era un pequeño espacio situado en un callejón gris, oscuro, con suelo de tierra batida, en unos bajos, hoy ocupados por un txoko. En la que, junto a la puerta de entrada, podíamos los niños, admirar como un hábil heladero, vertía sobre una pequeña plancha, cuadrada, con una superficie con forma de enjambre para goffres, lo que aparentemente era leche condensada, aunque probablemente la masa tuviera solo un poco de ese producto. Era vertida desde una pequeña lata, que contenía aquella masa dulce y viscosa, la distribuía con sumo cuidado sobre la plancha, y extendía aquel néctar, ante el que nuestros poco acostumbrados, por la escasez de la época, jugos gástricos respondían alborotados. 
 
Luego, con gran habilidad y ayudado por un artilugio con formas de pirulí (cónico), cuando la pasta empezaba a coger ese amarillento color característico de los cucuruchos, lo enrollaba sobre el, dándole esa caprichosa forma, que sirve de envase para los helados. Así, uno tras uno, con un ritmo suave y cadencioso, que hoy provocaría más de un infarto, a los apóstoles de la productividad, iba confeccionando aquellos deliciosos barquillos, a veces viendo nuestros golosos ojos, fijos en aquellas delicias, cuando alguno no salía con la forma adecuada, nos alargaba uno, y nosotros contentos seguíamos nuestro camino de juegos. 

 
La crema de los helados era algo que no podíamos llegar a ver cómo se realizaba, solía ir metida en una garrafas, recubiertas exteriormente de corcho, interiormente metalizadas, para mantener el frío que la crema precisaba. 
 
Aquellos viejos carros contenedores de helados, muchas veces eran aparcados, para la venta, junto a sitios estratégicos. Hoy traigo a estas páginas, gracias a las fotografías de mi amigo Fernando Fresno las imágenes de aquellos carros, de los que colgaban los cartelitos con sus delicados sabores (Mantecado, Avellana, Caramelo, Limón, Chantilli y Coco). 
 
Los podíamos ver muchas veces junto al recordado café “Recreo”, que antes fue “Hotel Ventura”, dicen que dedicado a otros menesteres. Estaba situado frente a la antigua estación de Areeta-Las Arenas, desde el que una sonriente heladera, de larga bata blanca, expendía aquellos deliciosos cucuruchos, mientras algunos jovenzuelos miraban, seguramente con envidia, mientras un pequeño guaito, también vestido de blanco, disfrutaba de aquellos sabores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario