viernes, 6 de enero de 2012

LOS VOLATINEROS, ARTISTAS CALLEJEROS


El termino titiritero era sinónimo de títere y también designaba al acróbata, se llamaba volatineros , a los que considerados artistas múltiples, que “con habilidad y arte andan y voltean por el aire en una maroma, haciendo habilidades y ejercicios semejantes”.

Los Volatineros, Titiriteros ambulantes, eran unos personajes que alegraban, una vez al año, durante los veranos, generalmente solían ser al anochecer.

En Romo la llegada de estos artistas del histrión era todo un acontecimiento en los años 50, aun no había hecho su presencia la Tv, comenzó a emitir en 1956, su llegada en sus carros llenos de colorido o con sus furgonetas, que se asentaban en la vieja plaza de las escuelas, lugar donde montaban sus tablados, era continuada por un recorrido publicitario por el pueblo, lo cual añadía emoción en la prole infantil, ya que en aquellos años, no existían, salvo el cine, muchas cosas que rompieran la monotonía del lugar.


En la ordenanzas municipales de casi todos los pueblos existía algún articulo dedicado a dichos feriantes,Titiriteros, Volatineros, Gimnastas, Músicos ambulantes, Prestidigitadores, etc. 

Poco antes de la hora prevista para su actuación iban llegando, a la campa de las escuelas, un nutrido grupo de gentes, muchas de ellas provistas de viejas sillas y banquetas, para ver con mayor comodidad el espectáculo.

Espectáculo que siempre se hacia de rogar y que era acompañado de silbidos y gritos de “que empiece ya”.

El espectáculo fundamentalmente solía consistir en un numero de equilibrismo, alguna bailarina “andaluza”, por su traje de faralaes, que agitaba sus brazos y daba estratégicas vueltas para dejar, pocos segundos, sus bragas al aire, animando al respetable, algún numero de payasos, algo musical y finalmente a inevitable rifa, ya que era de lo que aquella gentes vivían, la venta de aquellas tiras numeradas se hacia eterna, normalmente se sorteaban mantas, sabanas y otros enseres, hasta que llegaba en momento supremo de el numero agraciado y algún vecino se iba a casa contento con aquellas humildes vituallas.

Así terminaba el espectáculo y las gentes se dirijian lentamente a sus casas comentando la habilidad del contorsionista o la gracia de los payasos y la pena porque hasta el próximo año no habría nuevo espectáculo.

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